Banco Popular llegó a ser el banco más rentable durante varios años, liderando el negocio de las pymes españolas, y convirtiéndose en la sexta entidad financiera española por volumen de activos.
Sin embargo, la crisis económica supuso el inicio de un declive que culminó en junio de 2017, cuando el Banco Central Europeo comunicó la inviabilidad del Banco Popular y la necesaria intervención por interés público, adjudicándolo a Banco Santander por el precio simbólico de un euro.
¿Qué pasó con el Banco Popular?
Cuando en 2007 estalló la crisis de las Subprime, Banco Popular contaba en su Balance con 46.860 millones/€ en créditos hipotecarios. El aumento de la morosidad y las ejecuciones hipotecarias, provocaron un gran incremento de activos inmobiliarios en su balance, que con el transcurso de los días, cada vez valían menos.
Necesitaba capitalizarse y mejorar su solvencia, por lo que comercializó diferentes productos financieros complejos (bonos convertibles, obligaciones subordinadas…) y realizó varias ampliaciones de capital.
Las principales ampliaciones fueron las de 2012 y 2016, y en ambas, los inversores fueron mayoritariamente clientes minoristas, sin conocimientos de los mercados financieros, que se fiaron de lo que les dijeron en sus sucursales, y que presentaban al Popular como un banco fuerte y saneado. De ahí que nadie dudara de su solvencia y que las ampliaciones culminaran con éxito.
Sin embargo, esa apariencia de solvencia y saneamiento no era cierta. El Popular se encontraba en situación de pérdidas, y las había conseguido ocultar, mediante la captación de fondos de las ampliaciones de capital y artificios contables que ocultaron el deterioro y pérdida de valor de sus activos.
La ampliación de capital de 2016
La ampliación de 2016 se realizó a través de una gran campaña comercial que permitió la captación de multitud de inversores minoristas, y la documentación que sustentaba tan “extraordinaria oportunidad”, eran un documento de presentación a inversores y el folleto informativo aprobado por la CNMV.
La presentación a inversores mostraba a Banco Popular como un banco líder en la banca minorista, con una generación de ingresos sostenible y sólida, una elevada capacidad de generar capital, y que además, ofrecía atractivos dividendos a muy corto plazo.
Sin embargo, del análisis de dicha presentación se desprende que la información ofrecida no era completa, porque omitía el gran problema del banco, que era, el negocio inmobiliario. Y de esta manera, mostraba unos índices de solvencia, morosidad y rentabilidad, muy positivos, que no se correspondían con la realidad, propiciando que los inversores lo vieran como un valor fiable y seguro que les convenció para invertir.
Respecto al folleto informativo, también presentaba una descripción muy positiva de la entidad, mostrando unos beneficios de 93´6 millones/€ en el primer trimestre de 2016. Sin embargo, el ejercicio 2016 terminó con unas pérdidas de 3.485 millones/€.
Las pérdidas procedían del negocio inmobiliario, pero no del ejercicio 2016, sino que eran pérdidas de ejercicios anteriores, cuya aparición en las cuentas de 2016, se debía a una corrección del valor de activos que estaban sobrevalorados, y sobre los cuales no se habían dotado las provisiones oportunas durante los ejercicios anteriores.
Del análisis de las cuentas del Popular, se desprende que la morosidad aumentó desde 2008 de forma continua, y muy especialmente en 2012 y 2013, cuando alcanzó su máximo. Sin embargo, el porcentaje de cobertura de las provisiones estaba muy por debajo de lo que requería el incremento de morosidad, y ello permitía camuflar las pérdidas.
Además, los activos inmuebles fueron perdiendo valor entre 2008 y 2015, pero no en 2016, que es precisamente cuando se produce el punto de inflexión y comienza a recuperarse el mercado inmobiliario. De manera que las provisiones correspondientes al deterioro inmobiliario, debieron dotarse en los años anteriores y no en 2016.
Por tanto, resulta evidente que las pérdidas afloradas en el 2016, no correspondían a ese ejercicio, sino que fue una materialización contable de las pérdidas acumuladas desde el año 2008.
De tal manera que la imagen que Banco Popular reflejaba en sus cuentas era una imagen irreal de beneficios, cuando la realidad era que se trataba de un Banco en pérdidas.
La adquisición de acciones con apalancamiento
El problema añadido a la pérdida de la inversión en acciones del Popular, es que muchos inversores, adquirieron las acciones a través de préstamos otorgados por el propio Banco, y el endeudamiento convirtió la adquisición de acciones, en un producto complejo y de riesgo.
Y es que la adquisición de acciones con apalancamiento, hace que el riesgo propio que supone adquirir acciones, se pueda incrementar de forma desmesurada si el endeudamiento es elevado, pues ante una evolución negativa de la cotización de las acciones, las pérdidas se multiplicarán y el cliente puede perder no solo la inversión, sino parte de su patrimonio.
Actualmente son muchos los inversores que además de haber perdido toda su inversión, mantienen una deuda con el banco por los préstamos recibidos para adquirir las propias acciones perdidas.
¿Es necesario un informe pericial?
Al menos de momento, hasta que los Jueces tengan un conocimiento más profundo sobre lo ocurrido con Banco Popular, sí es necesario un informe pericial económico, pues aunque existen sentencias favorables, también las hay desfavorables, debido a que no han probado la existencia de inexactitudes en los datos económicos y financieros.
El objetivo de la información financiera es proporcionar información sobre la entidad, que sea útil a los inversores. Y es algo fundamental, porque influye en su decisión de invertir.
Por ello es necesario acreditar que existen graves diferencias en los datos económicos y financieros de las cuentas incluidas en el folleto informativo, que demuestren que las cuentas no mostraban la imagen fiel del Banco, y que por tanto la captación de inversores se realizó ocultando la verdadera situación financiera del banco.
Elena Baranda Matamoros
www.peritoeconomista.es